La fobia específica es aquella que provoca un temor patológico, muy intenso y persistente antes situaciones u objetos determinados que no suponen una amenaza real para la persona.
Es común que las personas desarrollen una fobia específica después de haber vivido una experiencia de malestar intenso en ese lugar o con ese objeto el cual es fóbico. También puede desarrollarse sin haber vivido esa situación en primera persona, por ejemplo, a través de una experiencia de un familiar o viendo una noticia en el telediario. Por otro lado, las fobias pueden “heredarse”, por ejemplo, “mi madre tiene fobia a las tormentas y yo también”; al haber visto reaccionar a su madre con miedo esta persona ha aprendido a reaccionar así.
Existen multitud de fobias específicas, las más comunes son el miedo a las alturas, a los animales (insectos, perros, aves…), a espacios lindados, a determinados fenómenos meteorológicos… Como ves, existen muchos tipos diferentes de fobias que dependen de la experiencia previa del individuo.
En esta línea cabe explicar en qué consiste la fobia social. La persona que padece fobia social se siente inquieta y nerviosa ante situaciones en las que se siente observada o tiene que comunicarse con otras personas. El miedo viene de la idea de sentirse humillada o avergonzada, a que otras personas puedan pensar mal sobre ellas. En definitiva, experimentan mucho miedo a la evaluación negativa de los demás.
Este miedo suele reflejarse cuando la persona tiene que hablar/comer/escribir delante de otras, asistir a reuniones/clase, ir a tiendas o sitios de ocio… Cuando la persona acude a estos lugares o se encuentran en estas situaciones experimentan miedo, pánico, dudas, ansiedad… Este tipo de patología interfiere de forma directa en la vida de la persona, especialmente en sus relaciones personales.